Conocimiento para la transición ecológica y la calidad democrática

«Sin partido no hay gobierno». Ni oposición

Artículo de opión de Cristina Monje en Infolibre

El entrecomillado del titular es una de las sentencias que Egea clamó el sábado en la convención del Partido Popular, aunque es una vieja proclama que todo el que haya tenido responsabilidades orgánicas en un partido conoce bien. Lo que sigue es pura deducción, y algo que me preocupa sobremanera.

No hay que bucear mucho en las profundidades de la filosofía política para constatar la importancia que una buena oposición tiene en democracia. Las democracias se sostienen en un equilibrio de pesos y contrapesos, de controles y rendición de cuentas, de cuya eficacia depende en buena medida la calidad del sistema. De esto se habló, mucho y muy bien, el pasado viernes en el seminario sobre evaluación, rendición de cuentas y transparencia organizado por el Máster en Evaluación de Programas y Políticas Públicas que dirige la profesora María Bustelo en la Universidad Complutense de Madrid (el seminario puede verse aquí).

Con estas ideas dando vueltas por la cabeza resulta preocupante ver lo que ha pasado en la convención del Partido Popular. Cualquier demócrata, independientemente de a quién vote, necesita de un buen gobierno, y de una excelente oposición, algo que llevamos años echando en falta, al menos por parte de quien debería liderarla.

El manual dice que estas convenciones tienen siempre dos objetivos: el interno, dirigido a cohesionar el partido y rearmarse ideológicamente con líneas estratégicas que permitan afrontar los retos del siguiente periodo político (en este caso, la segunda parte de la legislatura, dure lo que dure); y el externo, enfocado a visibilizar unidad, fortaleza y apuestas de futuro.

El primero ha sido el protagonista en esta convención y tenía como fin único reafirmar el liderazgo de Pablo Casado. Sin embargo, pese al obvio desfile de antiguos líderes y lideresas –que no acudieron al acto final–, es muy difícil poder calificarlo de éxito viendo, día sí y día también, en todas o casi todas las televisiones, la gira estadounidense de Ayuso. (Por cierto, ¿qué hubiera pasado si esa misma tourné la hubiera llevado a cabo el catalán Pere Aragonés?). La presidenta madrileña ya no sólo confronta con Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, sino con el propio papa, a quien, como es sabido, muchos conservadores consideran excesivamente izquierdista, y en círculos de la extrema derecha es… Seguir leyendo en infolibre.es

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