Vivimos momentos realmente paradójicos. La misma semana que hemos conocido que el cambio climático se está agravando, y que hemos leído en la prensa los problemas de desabastecimiento que las duras políticas migratorias están desencadenando en Reino Unido tras el Brexit, se ha escuchado a Abascal pronunciar uno de los discursos más xenófobos jamás dados en el Congreso. Cambio climático, migraciones y xenofobia, todo un triángulo perverso.
Afortunadamente estas noticias me pillaron en un curso de verano organizado por Ayuda en Acción y la Universidad del País Vasco con el título “El reto de la movilidad humana: pobreza, cambio climático, pobreza y situaciones de violencia como causas de migraciones forzosas”. Mucho de lo que allí se planteó ayuda a entender la forma en que se configura e interacciona esta tríada.
Los movimientos de población son tan viejos como la vida misma. Sin embargo, informaciones interesadas o manipulaciones dirigidas a provocar miedo nos devuelven datos deformados, como un espejo cóncavo. Los discursos de la ultraderecha en toda Europa se alimentan de este miedo, al que responden en forma de xenofobia. Me encantaría saber qué contestarían Abascal y los suyos el día que los migrantes seamos nosotros y nosotras, habitantes de la parte rica del mundo, víctimas del cambio climático que avanza imparable.
Según datos de la Organización Internacional Migraciones, el año 2020 se calcula que fueron 272 millones las personas que migraron. Podrá parecer mucho, pero son apenas el 3,5% de la población mundial, lo que supone un pequeño crecimiento desde el año 2019, pero ni mucho menos el cataclismo que podría deducirse de lo que… Seguir leyendo en infolibre.es