No ha hecho falta esperar mucho para que el verano nos mostrara otra de esas “curvas” de la transición ecológica. El proyecto no es nuevo, pero esta semana se ha dado un paso importante —aunque ni mucho menos definitivo— para la ampliación de la tercera pista del aeropuerto de El Prat que, supuestamente, permitiría operar más eficazmente vuelos intercontinentales, haciendo así de Barcelona un hub internacional; es decir, un nudo relevante en las comunicaciones mundiales.
Este proyecto, ampliación de pista incluida, se sustancia en un Plan Director de 2.232 millones de euros, del que ahora se ha comprometido la primera parte, 1700. La iniciativa es una pretensión histórica de Aena, a quien se han unido sectores económicos y empresariales catalanes, y más recientemente el PSC, Junts per Cataluña —que obviamente cataloga la descomunal inversión como un triunfo frente al Estado— y ERC, que pese a las dudas y tensiones internas, no quiere ejercer de aguafiestas ante lo que se vende como un triunfo de los independentistas.
En la oposición, además del movimiento ecologista y los vecinos afectados, se encuentran el Ayuntamiento de El Prat o el de Barcelona, entre otros, sin olvidar el malestar que ha generado en la parte morada del Gobierno de Pedro Sánchez. No deja de ser curioso que a este sentir contrario al proyecto se hayan sumado las juventudes de ERC, como se puede ver aquí, el primer secretario de las juventudes socialistas de Barcelona —aquí—, o la primera secretaria de las juventudes socialistas del Baix Llobregat —aquí—, entre otros. Está claro que los jóvenes saben que son ellos los que van a heredar nuestros desmanes.
Quien quiera conocer de primera mano los argumentos que sustentan la oposición al proyecto les recomiendo que ojeen esta presentación del Ayuntamiento de El Prat, donde se repasan y argumentan, una a una, las inconsistencias de la propuesta. Desde la ausencia de un proyecto como tal, hasta la destrucción de 47 hectáreas de red Natura 2000, pasando por la omisión de las medidas de protección al Delta del Llobregat reclamadas por la Unión Europea en febrero, sin olvidar, por supuesto, la incoherencia que este tipo de políticas supone respecto a la lucha contra el cambio climático y su desajuste con las tendencias actuales de… Seguir leyendo en infolibre.es