De todas las transiciones que habremos de acometer en los próximos años, es la ecológica donde nos la jugamos de verdad, porque nos va la vida en ella. No la vida del planeta –que, salvo que lo machaquemos con bombas de neutrones, se irá regenerando–, sino la nuestra, la de los seres vivos que lo habitamos, humanos incluidos. De ahí que este espacio en las próximas semanas se dedique a ir viendo las contradicciones y paradojas que asoman en los primeros pasos de esa transición. Todo un “camino verde” por el que, al transitar, se descubren infinitas cuestas, giros bruscos y piedras inesperadas. Un camino por el que ya hemos echado a andar y al que se van a destinar no pocos recursos.
Lo que en otros momentos podría parecer la serpiente de verano de turno nos puso ante los ojos un ejemplo paradigmático de algunas de esas contradicciones. El ministro Garzón, sin encomendarse –al parecer– a ninguno de sus compañeros y compañeras de Gobierno, decidió lanzar este vídeo para recomendar la reducción del consumo de carne.
Una mirada estrictamente científica al asunto no tendría mucho nuevo que decir, más allá de que llevamos años escuchando a dietistas advertir del peligro del consumo excesivo de carne, a la OMS recomendar una alimentación variada donde se reduzca la ingesta de proteína animal, y últimamente –sólo últimamente– a los científicos que estudian los asuntos ambientales advertir de que el consumo desmesurado de carne en el Occidente opulento conlleva un enorme gasto de agua, recursos de todo tipo, vertidos incontrolables, etc. Podría recomendar cientos de informes para las mentes más inquietas. Aquí tienen un artículo de la prestigiosa –y últimamente famosa, por mor de la pandemia– revista Lancet sobre la relación entre dieta, huella de carbono y salud; aquí otro de la OMS sobre la relación entre el consumo excesivo de carnes tratadas y el cáncer; aquí otro de Science –¡del 2018!– sobre la huella ambiental de una dieta con exceso de carne… Si alguien quiere más madera –o proteína– que me escriba y le atiborro a informes.
El problema es que, como en casi todos los asuntos sociales, políticos y económicos, a la argumentación científica hay que añadirle algo más, porque con tener razón no basta. Hay que gestionar esa razón para poder dar el giro que necesita toda transición. Lo que viene a ser hacer política con afán de… Seguir leyendo en infolibre.es