Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables…
(Mario Benedetti)
Ahora que Serrat se retira, tiene más sentido que nunca revisitar algunas de sus canciones. Y si canta a Benedetti, es obligación detenerse. La alegría no es hoy una forma de resistencia, sino la trinchera desde la que defender aquello que nos enorgullece, como sociedad, haber alcanzado juntos. Desterrar la imagen catastrofista que algunos entornos proyectan, y cada vez más a menudo asumimos como propia.
Hace unos días Gaspar Llamazares aludía en una estupenda columna en estas páginas a un debate que compartimos en Zaragoza, en el que, al hilo de su último libro, Del sueño democrático a la pesadilla populista, y de la mano del Colectivo de Pensamiento Crítico, yo expresé mis dudas sobre esa idea, ya instalada, de que la sociedad española está fuertemente polarizada y que ese es el principal riesgo para nuestra ya no tan joven democracia.
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