Tengo muchas dudas sobre cuánto de cierto hay en esa idea de que estamos cada vez más polarizados. Me cuesta entender que una sociedad que hace 40 años contempló un intento de golpe de Estado (tanques en las calles y el Congreso ocupado por guardias civiles armados; o sea, un golpe con todo lo que un golpe ha de tener) mientras media España clamaba contra la otra mitad, esté hoy más polarizada que antes. Cosa distinta es la violencia, verbal y política, que se ha instalado en la burbuja político-mediática y que irradia al resto de la sociedad, pero de ahí a decir que la sociedad en su conjunto está polarizada creo que hay mucha distancia, y que las ciencias sociales tienen aún mucho que investigar al respecto.
No obstante, incluso si nos quedamos en ese pequeño espacio que dibujan medios y representantes políticos, hacer tabula rasa no explica nada. Seamos claros: los que tensionan hoy el debate público hasta llevarlo a lo intolerable pasando todas líneas rojas son los representantes de la ultraderecha y aquellos medios que se alimentan de este odio con noticias, columnas y analistas en permanente tono guerracivilista. A este grupo, reducido pero muy efectivo, son imputables más del 90% de los insultos, exabruptos y situaciones límite como las vividas esta semana en el Congreso cuando diputados de Vox volcaron su ira de forma intolerable contra la Ministra de Igualdad y el Gobierno en su conjunto.