La polémica generada por la reducción de condenas dictaminada por algunos jueces al aplicar la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, conocida como la ley del sólo sí es sí, ha sacado a la luz el empeño de ciertos líderes en quedarse solos, el mayor signo de debilidad que se puede mostrar en política.
Según lo escuchado a distintos juristas, jueces, juezas y fiscales de todo el espectro ideológico, el asunto es, cuando menos, vidrioso. Lo que la evidencia pone de manifiesto es que la forma en que la norma quedó redactada, sin la correspondiente disposición transitoria que aquilatara cualquier resquicio, deja un hueco abierto para que exista una interpretación que permita rebajar las penas, algo contrario a lo que el legislador pretendía. Vamos a ver qué dicen la Fiscalía, el Supremo, y cómo va evolucionando la retahíla de recursos de los que tendremos noticias las próximas semanas. En el plano jurídico no conviene precipitarse.
En el político, sin embargo, hay ya algunas ideas que se pueden subrayar y que se pueden aplicar tanto a este asunto como a otros muchos, especialmente en el último año
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