De unos años a esta parte la distancia entre el epicentro de este país, el interior de la M-30, y el resto de los territorios se va agrandando. Parece que el famoso “Madrid es España” se haya materializado por la vía de los hechos convirtiéndose en “España sólo es Madrid”. La burbuja político-mediática, que concentra buena parte del poder, y por lo tanto de la capacidad de dibujar la agenda pública, se encierra en sí misma y pierde capacidad de escuchar, comprender y gestionar lo que ocurre más allá. Dudo que obedezca a nada planificado, sino más bien a dinámicas inerciales. Todos y todas vivimos en nuestras burbujas. No obstante, quienes habrían de tener más interés en salirse de ellas son, precisamente, aquellos que deben entender lo que pasa fuera porque su misión es dar respuesta a los desafíos y problemas que allí surgen.
Se ha visto claramente en las manifestaciones del 8 de marzo. La bronca generada en el seno del Gobierno con la ley de solo sí es sí motivó dos convocatorias en Madrid, Sevilla, Valencia, Alicante o Santiago de Compostela, pero no fue así en ciudades como Zaragoza, las cuatro capitales de provincia catalanas, todas las de Andalucía excepto Sevilla, etc. De hecho, han sido más las ciudades donde hubo marchas unitarias que donde la movilización se partió, como puede verse aquí. Los titulares del día siguiente, sin embargo, hablaban de división. No sólo eso: la menor afluencia a las movilizaciones de Madrid se hacía extensiva automáticamente al conjunto de las ciudades, cuando en Zaragoza, por ejemplo, según datos de la policía, se movilizaron el doble de mujeres y hombres que el año anterior.
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