Habrá quien crea que la Corona y la inteligencia son asuntos de esa parte del Estado que es mejor no tocar y que abrir esos debates puede salir muy caro. ¿Han hecho las cuentas de lo que supone no hacerlo?
Dice el Gobierno que Juan Carlos I ha perdido la oportunidad de dar explicaciones. Bienaventurados los que, teniendo en cuenta los antecedentes, pensaban que así sería, porque demuestran una fe inquebrantable en el género humano. Quizá lo hagan conscientes del daño causado aquellos años en los que los desmanes del rey emérito eran conocidos más allá de palacio, pero nadie los desvelaba. ¿Cuánto nos han costado todas esas oportunidades perdidas?
No ha sido Juan Carlos I el único en desperdiciar la ocasión. El escueto comunicado de Zarzuela tras la reunión de padre e hijo es más relevante por lo que calla que por lo que cuenta. No es fácil para la Casa del Rey manifestar de forma explícita su rechazo a todo lo que rodea al anterior monarca. Pero si no lo hace por activa, puede hacerlo por pasiva, aplicándose a sí misma una transparencia digna de tal nombre, aclarando las incógnitas sobre el conocimiento del Rey acerca de los negocios de su padre, o explicando su papel en fundaciones donde aparecía como beneficiario, entre otros asuntos. Sigue leyendo en elpais.com