Hay una expresión, desafiante y provocadora, que sintetiza bien algunos de los movimientos que se están dando en la derecha española: “¡¿Y qué?!”. Lo explica a la perfección Isabel Díaz Ayuso cuando dice que el PP de Madrid es un partido pandillero, callejero y tabernario. Traza así una división más que estudiada entre la gente —la pandilla—, la calle en su sentido populachero —callejero— y ese Madrid de las cañitas que tantos éxitos le ha dado —tabernario—, frente a lo que define como el Gobierno “autoritario” de Sánchez. El personaje que se ha construido es el de la mujer fuerte y descarada a la que la única regla que le importa “es la regla de tres”, y que le dice a Mónica García que a la política se viene llorada de casa.
Si fuera solo una pose podría pensarse que Ayuso ha visto el potencial electoral de convertirse en adalid de lo políticamente incorrecto, que, en efecto, es mucho y con gran capacidad de arrastre. Pero va más allá. Ayuso y su equipo sí que entienden eso de que no existe la política de comunicación, sino que la comunicación es parte esencial de la política, por lo que poco vas a conseguir si lo que comunicas no está acompañado por lo que haces. No es el story-telling, es el story-doing. Sigue leyendo en infolibre.es