Se dice eso de que la realidad no existe, pero insiste, y sólo así se entiende que algunos dirigentes de Junts per Cataluña certifiquen ahora la defunción del procés, como si no llevara ya unos cuantos meses en coma.
Cuando se cumplen cinco años del dramático 1 de octubre ya nadie puede negar que aquello fue un Matrix, que al sector más duro del independentismo se le fue la mano y no supo frenar al llegar al precipicio, y que el Estado activó todos los mecanismos poniendo su integridad por encima de la convivencia. ¿Quién ganó? En términos estratégicos, visto desde hoy, el Estado español; pero a costa de dejarse por el camino jirones de su credibilidad democrática, como enumera y analiza Sánchez Cuenca en La confusión nacional: La democracia española ante la crisis catalana (Catarata).
La llegada del PSOE a la Moncloa supuso el inicio del tratamiento con aquel famoso “Ibuprofeno” destinado a “desinflamar” el conflicto. Funcionó. Aún sin avances significativos hasta la fecha, la propia constitución de la mesa de diálogo y el cambio de tono dibujaron un escenario nuevo. Las elecciones catalanas del 14 de febrero de 2021, con ERC superando al espacio convergente, culminaron el cambio de ciclo y dieron inicio a un camino que se sabía difícil. Las previsiones de lo que podría pasar en la legislatura incluían desde las de quienes aseguraban que la convivencia entre las dos formaciones independentistas sería inviable, hasta quienes apostaban por su consolidación con Junts a cualquier precio a costa de no salir de las instituciones. Vamos a ver cómo y quiénes salen ahora y cómo y quiénes se quedan.
Para seguir leyendo en… infolibre.es