Casi todo se ha dicho ya sobre la marcha atrás, en el último momento, de Feijóo a un supuesto acuerdo con el PSOE para la renovación del CGPJ. La historia de cómo, tras cuatro años de incumplimiento de un mandato constitucional, el Partido Popular ha impedido esta renovación es conocida y larguísima. Es buen momento para extraer lecciones que nos ayuden a interpretar lo ocurrido y a prever lo que pueda ocurrir. Tres son, a mi entender, las fundamentales.
Lección 1: Presidir un partido no significa liderarlo.
En realidad, pasa en toda organización. Ostentar el primer puesto es una cuestión formal que tiene que ver con la potestas, y que no garantiza tener también la auctoritas. De ahí que cuando Feijóo llegó a Madrid, aclamado tras el congreso de Sevilla, diferentes análisis advirtieran de que quien le abrió la puerta de Génova seguía teniendo la llave, como efectivamente se ha dejado sentir en la primera gran decisión que ha tenido que tomar, y donde indefectiblemente ha quedado en entredicho su perfil de hombre de Estado, con talante negociador y voluntad de acuerdos. Su contrafigura interna, la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, ha hecho un ejercicio de poderío tan pregonado y exhibido que plantea incluso la duda de si Feijóo aguantará en el puesto hasta la convocatoria de las próximas elecciones generales.
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