Elegido sin oposición ni posibilidad alguna de que la hubiera, Feijoo acaba de ser proclamado Presidente del Partido Popular. Si el fin de Casado fue tan demoledor que acabó provocando sentimientos piadosos en cualquier persona sensible, la entronización de Feijóo ha producido abundantes reacciones sarcásticas. Lo cierto es que el dirigente gallego ha salido de su zona de confort, ha dejado atrás sucesivas mayorías absolutas -logradas casi sin despeinarse- en su ámbito autonómico, y ahora sale a territorio desconocido. Si se ha parado un minuto a considerar en detalle la caída de su predecesor, tendrá una cierta idea de dónde se acaba de meter. La política nacional no es tan parecida a la autonómica, ni en clave orgánica ni mediática.
Sevilla fue esta semana un desfile de cuadros “disponibles”, el retorno de viejas glorias, un abrazo retroutópico como bien señala Vallespín en esta columna y el intento de enfatizar la idea de un partido de gestión anhelando repetir las mayorías absolutas de Aznar y Rajoy.
El escenario en el que entra a jugar la nueva dirección del Partido Popular está marcado por tres claves: la unidad interna, la corrupción y su relación con Vox. A tenor de lo ocurrido el fin de semana en Sevilla, ¿qué podemos prever de cómo Feijoo va a abordar cada una de estas cuestiones? Sigue leyendo en infolibre.es