Ha sido el fenómeno de la Navidad. La película protagonizada por Di Caprio ha mostrado a las claras el cinismo de una parte de la sociedad capaz de dejarse llevar a la destrucción antes que asumir una amenaza evidente y tomar medidas. Paradójicamente, en España, mientras aplaudíamos la película y nos lamentábamos por el desastre climático, montábamos la enésima polémica sobre una verdad a voces.
Mucho se ha escrito ya sobre las declaraciones del ministro Garzón, su oportunidad o falta de ella (yo misma en una polémica parecida en julio publiqué esto en infoLibre). También sobre la sinrazón de las reacciones pidiendo su dimisión por parte de líderes políticos, algunos de los cuales, sin embargo, están tramitando en sus parlamentos autonómicos o tienen ya aprobadas leyes para controlar y limitar las famosas macrogranjas. En concreto, Aragón, Castilla y León, Cataluña y Navarra, además del propio Gobierno de España. No insistiré más en ello. Lo que me preocupa es el porqué de las réplicas airadas y lo que ocultan: la incapacidad de entender que la realidad está cambiando. En lugar de eso, emulan estrategias propias de la ultraderecha buscando desde la nostalgia un pasado de seguridad y bienestar que jamás existió.
Si miran “arriba”, verán cómo gobiernos de países en los que nos miramos, como Holanda, han puesto ya coto a este tipo de macrogranjas. Verán también cómo el Pacto Verde Europeo, ese al que alabamos cuando, además, viene acompañado de fondos para la recuperación en clave de transición ecológica y digital, va a plantear criterios semejantes en el conjunto de Europa. Pero es más, podrán observar al mundo financiero virar claramente hacia las llamadas “inversiones verdes”; es decir, aquellas dispuestas a financiar la llamada economía verde (con toda su polémica, como se está viendo con el debate sobre la energía en la taxonomía verde europea).
Si dirigen la mirada “abajo” podrán comprobar, Eurobarómetro tras Eurobarómetro, que los problemas ambientales preocupan cada vez más a la población. En el especial de marzo-abril de 2021, el 93% de los europeos consideraban el cambio climático como un “problema serio”. Centrándonos en España, según la encuesta de 40dB para El País de octubre de 2021, el 88,9% entiende la crisis ambiental como algo “muy o bastante urgente”, el 56,6% se mostraba dispuesto a reducir el consumo de carne como vía para apostar por un modelo más sostenible y el 62,3% decía tener bastante o muy en cuenta las políticas de cada partido frente al cambio climático a la hora de decidir su voto. Por partidos: el 84% de los votantes de UP, el 73% de los del PSOE, el 59,2% de los votantes de Ciudadanos, el 58% de los del PP y el 47% de Vox. Por si quedan dudas, según el último estudio de tendencias del CIS de diciembre, el cambio climático es visto por los españoles como el tercer mayor problema al que nos enfrentaremos a diez años vista, aunque los dos primeros también tienen relación con el desafío ambiental. En todo caso, es cierto que lo fundamental de ese reto es que la transición ecológica llegue a todos los sectores y de forma especial a aquellos que peor lo van a pasar, y de ahí la importancia de la idea de “transición justa”, que advierte sobre los riesgos a la hora de gestionarla, pero… Seguir leyendo en infolibre.es