En tiempos en que todo transcurre tan rápido saber leer el estado de ánimo de una sociedad es cada vez más difícil. Quien mejor consiga descifrarlo podrá articular las estrategias que le lleven a la victoria
Pocas cosas hay más importantes para una organización que saber interpretar el estado de ánimo de la sociedad. Cuando los partidos políticos eran organizaciones propiamente dichas disponían de sensores que les iban remitiendo información, y si tenían dudas aludían a una técnica infalible: “Voy a meter el termómetro”. Sindicatos, organizaciones empresariales, sociales o entornos vecinales, entre otros, eran continuos emisores de información si se disponía de sensores capaces de recibirla, procesarla y convertirla en conocimiento. No se trataba de sustituir la demoscopia, sino de intentar captar lo que quedaba por debajo del radar.
Hoy, los partidos políticos, reducidos cada vez más a estrechos círculos alrededor de un líder, carecen de estos sensores estratégicamente colocados en puntos neurálgicos de la sociedad, de forma que la información o no llega, o llega sesgada, o envuelta en ruido. La dificultad para interpretar el estado de ánimo social sin confundirlo con la opinión publicada es cada vez mayor. Quizá haya que buscar aquí los motivos por los que el Gobierno considera que no rentabiliza socialmente su gestión. Sigue leyendo en elpais.com