La libertad global se enfrenta a una grave amenaza. En todo el mundo, los enemigos de la democracia liberal -una forma de autogobierno en la que se reconocen los derechos humanos y todo individuo tiene derecho a la igualdad de trato ante la ley- están acelerando sus ataques. Los regímenes autoritarios se han vuelto más eficaces a la hora de cooptar o eludir las normas e instituciones destinadas a respaldar las libertades básicas, y de proporcionar ayuda a otros que desean hacer lo mismo. En países con democracias consolidadas, las fuerzas internas han explotado las deficiencias de sus sistemas, distorsionando la política nacional para promover el odio, la violencia y el poder desenfrenado. Los países que han luchado en el espacio entre la democracia y el autoritarismo, mientras tanto, se inclinan cada vez más hacia este último. El orden mundial se acerca a un punto de inflexión, y si los defensores de la democracia no colaboran para ayudar a garantizar la libertad de todas las personas, el modelo autoritario se impondrá.
La actual amenaza a la democracia es el producto de 16 años consecutivos de declive de la libertad mundial. Un total de 60 países sufrieron descensos en el último año, mientras que sólo 25 mejoraron. A día de hoy, alrededor del 38% de la población mundial vive en países no libres, la proporción más alta desde 1997. Sólo un 20% vive ahora en países libres.
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