Mientras en Ucrania la guerra se prolonga y se confirman los indicios de que será una conflagración larga y terrible, hay otras noticias que llaman nuestra atención y hacen que el campo de batalla vaya quedando en segundo plano. Algunas tienen que ver con la misma guerra, pero desde sus consecuencias —la inflación, la crisis energética, los problemas con el grano…—; otras son domésticas y señalan las miserias nacionales de cada cual. Finalmente, existe otro grupo, que son aquellas noticias que la propia guerra ha producido por contagio. Sí, la guerra es contagiosa.
La guerra contamina el lenguaje y contagia al pensamiento. Uno de los efectos difusos de la guerra es que es capaz de contaminar el lenguaje, tornando en jerga bélica metáforas, ejemplos y expresiones habituales en los medios de comunicación y el debate público. Pueden hacer la prueba ojeando cualquier periódico o escuchando cualquier emisora de radio o televisión cuando quieran. Todo esto va generando un clima de conflicto que hace que esa guerra que ya nos parecía imposible, como decíamos hace unas semanas aquí, vuelva de forma sibilina a infiltrarse en nuestra manera de expresarnos, lo que es tanto como decir en nuestra forma de entendernos y pensarnos.
Sigue leyendo en infolibre.es