0 a los 50. Cincuenta grados de temperatura en los cincuenta grados de latitud norte. Muertes, incendios y catástrofe. No es una novela de ciencia ficción; acaba de ocurrir. Sabíamos que sucedería, pero tal vez pensábamos que el desastre no nos iba a alcanzar tan pronto. Ahora ya está aquí.
Hace tiempo que los científicos advierten, con práctica unanimidad, que el cambio climático ni es un problema de futuro ni es una amenaza para el planeta. No. El cambio climático es un problema del presente y una amenaza para los seres vivos del planeta, humanos incluidos, pero no para el globo, que tiene infinitas posibilidades de sobrevivir. Los que nos jugamos la vida somos nosotros, que a nadie se le olvide.
Si alguien tenía duda, que repase esa sorprendente actualidad que se ha producido en Norteamérica. En el oeste de Canadá y el noroeste de Estados Unidos se han alcanzado temperaturas de más de 49 grados sin bajar de 20 muchas noches. No es el Sahel ni el cuerno de África; se trata de la Columbia Británica y de Oregón, situados a una latitud similar a la de Berlín. Tras varios días soportando temperaturas máximas, el pueblo canadiense de Lytton ardió por los cuatro costados en apenas 15 minutos.
En Oriente Próximo las altas temperaturas están poniendo a prueba hasta al propio ejército estadounidense (como cuenta aquí Orient XXI) y en numerosos países el desafío climático es objeto de estrategias de seguridad nacional. Desde la producción de arroz en el sureste asiático hasta la supervivencia física de ciudades costeras en el pacífico, están amenazadas por el cambio climático.
Mientras se investigan cientos de muertes atribuidas a esta ola de calor, viene a la cabeza aquel verano sofocante en Francia, donde las autoridades hablaron de 3.000 muertes y los estudios más recientes afirman que prácticamente llegaron a los 15.000. (Es difícil acertar con el cálculo de forma inmediata y hay que esperar a… Seguir leyendo en infolibre.es