El pacto entre el PP y Vox regresa al imaginario más reaccionario del final de la dictadura, con una serie de banderas del partido ultra que tapan la ausencia de propuestas de los populares
Para tener éxito, lo más importante que cualquier organización debe hacer es leer el momento en el que vive y reaccionar a los cambios y al contexto. El pasado 23-J —encuestas poselectorales mediante—, una parte de la sociedad española se movilizó para parar la incorporación de Vox al Gobierno de España. Lo hizo conforme, día a día, iba comprobando las consecuencias de los acuerdos de la extrema derecha con la derecha extremada: prohibición de obras de teatro, dirigentes institucionales apartándose de minutos de silencio contra la violencia machista, retirada de banderas LGTBI, antivacunas y negacionistas presidiendo parlamentos autonómicos…
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