Las elecciones catalanas son más que unas autonómicas, tanto por el evidente impacto del conflicto catalán en el conjunto de España como por las repercusiones que estos comicios pueden tener, sea en la gobernabilidad del país o en la vida interna de cada una de las formaciones que se miden en las urnas.
A falta de poder profundizar en los datos, y con una llamada a la prudencia a la hora de comparar votos por la tremenda caída de la participación en casi 25 puntos, ya hay unas cuantas consideraciones que se pueden hacer:
Primero: El conflicto territorial en Cataluña sigue siendo el protagonista de su vida política. Aunque las preocupaciones de los catalanes en estos momentos giran más en torno a la pandemia y la crisis, el eje territorial no ha dejado de ser fundamental. Y esta vez con mayor porcentaje de voto nacionalista que en ocasiones anteriores. Probablemente porque los no independentistas no han sido capaces de movilizar a los suyos. En cualquier caso, queda demostrado que ni DUIs ni 155s van a poder solucionar dicho conflicto.
Segundo: El triunfo del PSC como primera fuerza tiene que ver con la vuelta a casa de muchos votantes de Ciudadanos. Este partido se ha mostrado incapaz de convertir los apoyos recibidos hace cuatro años en una propuesta distinta para Cataluña (Inés Arrimadas aún paga el pecado original de no haberse presentado a la presidencia). Esta vez el PSC ha recuperado los votos apoyado, además, por la imagen de ese hombre tranquilo que ha sido Illa al frente de la pandemia, la principal preocupación de la sociedad catalana.
Tercero: En Comú Podem ha mantenido muy bien el tipo en un momento de subida del PSC, lo que confirma la idea de un suelo sólido de los comunes. Un dato a no obviar es que de los 8 diputados que han obtenido, 7 lo han sido por Barcelona, y 1 por Tarragona, consiguiendo porcentajes muy similares a los de hace 4 años. La figura de Ada Colau no acusa desgaste, algo que… Seguir leyendo en infolibre.es