A la justicia y a la reparación, por supuesto. ¿Y a convertirse en verdugos? En absoluto. Estas respuestas que emergen en la cabeza de cualquier demócrata cuando escucha la pregunta, no resultan tan claras cuando se trata de aplicarlas a conflictos concretos.
El terror que se está viviendo en Oriente Próximo es un buen ejemplo. El conflicto palestino-israelí, que hunde sus raíces en la creación del Estado de Israel en 1948, evidencia todo lo contrario; que las víctimas tienen muchas posibilidades de acabar convirtiéndose en verdugos. Lo escribió Hanna Arendt en sus Escritos Judíos, y aterroriza ver hasta qué punto quienes sufrieron el Holocausto hoy reproducen sus peores pasajes en Gaza y Cisjordania. La primera recuerda….
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