En la última década y media se nos han amontonado los cisnes negros; fenómenos definidos por el economista Nassim Nicholas Taleb como aquellos que son altamente improbables pero que, de producirse, acaban teniendo un impacto capaz de cambiar el curso de las cosas. Generan, además, lo que llama “predictibilidad retrospectiva”; es decir, que una vez suceden, se toma consciencia de que se podían haber evitado y se crean teorías que explican por qué eran inevitables. No sólo los economistas son expertos en explicar el pasado. También estrategas, politólogos, ingenieras…
En 2008 una crisis financiera, que sólo en círculos muy pequeños de la periferia se vio venir, arrasó con décadas de progreso económico continuo en Occidente. y las políticas de cohesión social en Europa se vieron sustituidas por una austeridad que acabó abonando la desigualdad y socavando la confianza en la democracia. El modelo de sociedad europea, cuyas bases compartían socialdemócratas y democratacristianos, y que parecía intocable, cayó sepultado bajo la troika. Aún no nos hemos recuperado de aquello. Sigue leyendo en infolibre.es