Está por ver si ahora la desafección se manifiesta en forma de pasotismo o alimenta el caldo de cultivo donde crece la ultraderecha
En pleno debate sobre cómo afrontar el desafío que la ultraderecha representa para la democracia, el Eurobarómetro ha asestado un golpe de realidad, fundamentalmente a esa burbuja donde se desarrolla la conversación político-mediática. El 90% de los españoles y españolas desconfían de los partidos políticos, el 75% lo hacen también del Congreso de los Diputados y del Gobierno, y más de la mitad de la población no se cree lo que dicen los medios. En el resto de países europeos, aunque la situación también es complicada, no se ha llegado tan lejos.
Las sociedades están fundadas sobre la confianza, de unos con otros y hacia las instituciones creadas para administrar lo común. Si esa confianza se debilita o llega incluso a desaparecer, ¿quién gestionará lo que es de todos y con qué legitimidad? Existe ya evidencia de que la polarización dentro de la burbuja genera desafección fuera de ella.
Los partidos son, según nuestro ordenamiento jurídico, una de las principales vías de participación política. Tienen funciones esenciales, como seleccionar a las élites, articular demandas ciudadanas o integrar intereses diversos. Cuando un 90% de la población desconfía de ellos, el constructo democrático se tambalea. Si, además, tres cuartas partes de la ciudadanía extiende esta desconfianza hasta el Congreso y el Gobierno, es difícil no recordar aquello de… Seguir leyendo en elpais.com