La respuesta a la crisis sanitaria, la crisis económica y la gestión de los fondos europeos se verá comprometida si no se recupera la confianza de la ciudadanía en las instituciones
Contemplar la profecía autocumplida en que se ha convertido la tercera ola de la pandemia —cuarta ya en algunos territorios— puede confundirnos respecto de los retos a que se enfrentan Occidente en general, Europa en particular y España de forma especial.
El virus volverá a poner en jaque a un sistema sanitario que ha pasado de ser el orgullo nacional a reflejar múltiples carencias: recortes primero; insuficientes refuerzos después; y problemas tanto en la estructura de base, la atención primaria, como en la gobernanza y la toma de decisiones.
De la mano de la crisis sanitaria viene la económica. A la protección de los sectores más vulnerables ha de unirse la transformación a medio y largo plazo. Las ayudas a empresas cuya necesaria presencialidad les impide ahora resistir (hostelería, turismo…) ha de convivir con los incentivos para acelerar su transformación, una vez que el modelo ha mostrado sus debilidades. La respiración asistida gracias a la que se mantienen con vida algunas empresas no puede ser eterna. Habrá que ir retirándola conforme estén dispuestos otros soportes tanto para la población como para los territorios. La “Transición Justa”, concebida para apoyar a los más afectados por la recuperación medioambiental, puede servir como guía para… Seguir leyendo en elpais.com