Necesitamos acabar con la desinformación. En el primer caso, porque nos jugamos la vida. En el segundo, la confianza en la justicia y en la democracia.
Hace un par de días, más de 250 líderes y organizaciones ambientales enviaron una carta abierta a los responsables de la COP26 y a las plataformas tecnológicas pidiendo que abordaran el problema de la “desinformación climática”. En la misiva definían ese concepto como la difusión de aquellos “contenidos engañosos o equívocos que: 1) socavan la existencia o los impactos del cambio climático, la inequívoca influencia humana en el cambio climático y la necesidad de la correspondiente acción urgente según el consenso científico del IPCC y en línea con los objetivos del Acuerdo Climático de París; 2) tergiversan los datos científicos, incluso por omisión o selección, con el fin de erosionar la confianza en la ciencia del clima, las instituciones centradas en el clima, los expertos y las soluciones; o 3) publicitan falsamente esfuerzos como apoyo a los objetivos climáticos que en realidad contribuyen al calentamiento del clima o contravienen el consenso científico sobre la mitigación o la adaptación”. En definitiva, los firmantes piden que no se mienta respecto a las evidencias científicas que se suceden sobre el cambio climático ni se hagan pasar por verdes campañas, tanto de administraciones públicas como de empresas privadas, que son mero greenwashing; o sea, un mero y falso lavado de cara.
Lo peculiar de estos tiempos es que sea necesario publicar cartas y elaborar documentos para pedir que se deje de falsear la realidad o se cuenten verdades a medias, y que cada cual vele ―plataformas tecnológicas en primer plano― por garantizar la verdad de la información en… Seguir leyendo en elpais.com