La lucha contra la desigualdad y el empuje del ascensor social con la educación como bandera no es solo una cuestión de leyes. Se necesita cambiar el imaginario
Bien sea por su naturaleza progresista, o porque la pandemia le ha empujado a ello, el Gobierno de España está dando pasos importantes para incrementar la cohesión social e impedir que siga creciendo la desigualdad.
Si el Ingreso Mínimo Vital estaba llamado a completar el mapa de protección social homologándonos con otros países europeos, la nueva propuesta de un complemento para las familias con hijos en situación de pobreza puede resultar un avance especialmente significativo, dado que, como es sabido, la pobreza infantil tiene el dudoso honor de tender a cronificarse, y parar en seco cualquier posible ascensor social.
Al mismo tiempo, se ha aprobado la primera ley educativa que reconoce los derechos de los niños y niñas como derechos fundamentales, y en la parte superior del sistema educativo, además, se pretende que haya mayor relación entre la Formación Profesional y la Universidad, dejando de ser dos caminos excluyentes.
Sin embargo, todos estos avances se están viendo enturbiados por la aplicación del principio de sospecha a quienes más urgentemente necesitan ayuda, es decir, a los pobres. Los problemas de ejecución del Ingreso Mínimo Vital, que llega apenas a un tercio de lo que el Gobierno preveía, están relacionados en buena medida con los requisitos de documentación a aportar para gestionar la prestación. Si cuando hacemos nuestra declaración de la renta no es necesario aportar documentación acreditativa, sino que a priori el Estado se… Seguir leyendo en elpais.com